Esta crisis es diferente a las anteriores, y también lo son los medios disponibles para superarla.

De todos estos medios, tal vez el más importante sea la aplicación parcial de la llamada Teoría Monetaria Moderna, que tiene sus raíces en el año 1895 consolidándose sus bases teóricas al principio de los años 70, bastante controvertida entre defensores y detractores.

Las recetas aplicadas para superar la crisis de 2008 fueron un fracaso, paliado solo con subidas de impuestos, bajadas de salarios reales, restricción de servicios públicos y copagos, que no consiguieron relanzar la economía por sí misma, y por eso el BCE tuvo que poner en circulación ingentes cantidades de dinero nuevo, para la compra de Deuda Pública. Aun así, en 2019 la economía se estaba desacelerando y diversos países estaban el clara Recesión.

Pero la forma de distribución, a través del sector financiero, provocó una fuerte inflación del valor de los Activos Financieros y las Bolsas, y una deflacción en la economía real, a la que llegaba con excesivas dificultades.

En los inicios del Covid19, la reacción fue radicalmente diferente, suspendiéndose en la UE las restricciones del Déficit Público y el límite de la Deuda Pública (que, por otro lado, tampoco se estaba cumpliendo), y poniéndose los principales países a fabricar y prestar dinero nuevo que a nadie se le escapa que nunca será devuelto.

No se estaban cumpliendo aquellas restricciones y aquel límite (España no ha devuelto un solo euro durante los últimos 12 años, en que se iba renovando la Deuda a cada vencimiento con nuevas emisiones).

Así, las Administraciones Públicas disponen ahora de fondos y facilidades de endeudamiento para aplicar las políticas necesarias para paliar la crisis y favorecer la reactivación económica y, bien empleados, van a ser un estímulo importante para superar el bache.

Evitar los riesgos de futuro que estos actos conllevan (Hiperinflación, Desinflación, Deflacción, desequilibrios), es responsabilidad de los Bancos Centrales emisores (en la UEM, el BCE), y si no lo hicieran con acierto, podrían repetirse efectos desagradables, como los que aquí se describen.

Conclusión:

El temor a que una población empobrecida por la caída de ingresos, la subida de impuestos, la reducción de servicios públicos y el copago por los mismos provocaría un largo periodo de recesión o depresión, llevando al cierre y la ruina al tejido empresarial y el empleo, se va alejando, a medida que se va acercando el control de esta Pandemia.

El resto de los efectos de las soluciones adoptadas dependerá de la pericia de los responsables políticos y monetarios.

Josep Toló Pallás

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